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[:es]Hay quien dice que, tras visitar Benarés, “el viajero podrá abandonarlo, pero Benarés nunca abandonará al viajero”.

Varanasi (Benarés en hindi), ciudad situada en la zona norte de la India, el Rajastán (Tierra de Reyes), fue un colofón de viaje #inolvidable y #sobrecogedor para nosotros. Tras once días conociendo las maravillas de este país, llegamos a nuestro último destino. Varanasi es para los hindúes como la Meca para los árabes, o la catedral de Santiago de Compostela para los cristianos: un lugar de peregrinación para los que desean cumplir con su religión al menos una vez en la vida.

Ubicada a orillas del río Ganges, uno de los más contaminados del mundo, y que nace en el Himalaya, acoge habitualmente la visita de diferentes perfiles de “viajero”:

 

 

Para el hinduismo, morir o despedirse de la vida en Varanasi, es un regalo de los Dioses. La ciudad se ha preparado para ello, con toda la orilla del río llena de crematorios. Las incineraciones públicas de cadáveres son, para nuestra cultura occidental, algo chocante, una visión diferente de la muerte. En cambio, para el hinduismo, son la única forma de despedir a un ser querido. Fuimos testigos de varias de ellas y la mezcla de sentimientos que uno tiene en ese momento es indescriptible.

En el ambiente se respiraba una paz plena al ver como los familiares, al lado del cuerpo del allegado mientras se cremaba, eran felices por haber podido darle una muerte digna en uno de los países más pobres del mundo, donde se existe la creencia en la reencarnación. Desde las barcas, en pleno río, los turistas observábamos silenciosos esos crematorios que trabajan día y noche, al lado de las escalinatas que van a dar al río, sin saber cómo debíamos guardar el decoro…

Cada día en Varanasi siempre es igual de mágico. Cuando amanece y comienza a salir el sol, los vecinos de la ciudad sagrada se acercan al Ganges accediendo a través de los diferentes gaths que dan al río, bajando las escaleras, desprendiéndose de sus ropajes exteriores, bañándose, rindiéndole culto al sol y purificándose para así poder acceder a los templos libres de pecado.

Durante el día, la gente se dedica a sus quehaceres y … al caer la tarde, todos los lugareños caminan de nuevo hacia la orilla del río. Los turistas también acudimos a la llamada… porque sientes en el ambiente que algo va a suceder… Comienza la ceremonia del fuego… Desde pequeñas barcas en medio del gran río, que va cargado en verano, época de monzones, se contempla la ceremonia Aarti, o ceremonia del fuego. Un precioso rito religioso al aire libre, donde tienen un gran protagonismo las flores, el agua, las velas y el fuego como ofrendas para lograr la purificación.

Esto es la India, esto es Varanasi. Los colores calizos de los edificios, el de los saris de las mujeres, la mezcla de olores, el tacto de esos niños que te ofrecen sus madres suplicándote que toques con tus manos de piel clara, el sabor de esa comida especiada y picante, el sonido del rezo, el calor del fuego… esos rostros que te observan con veneración… Una sensación mágica que ha marcado mi vida, mucho más que cualquier otro viaje hasta el momento. Una experiencia única que eriza los cinco sentidos.

 

By: Xiana Santos Costa

*Este post está hecho bajo un profundo respeto al hinduismo, sin ser experta en religiones, únicamente describiendo lo vivido y experimentado en nuestro viaje a la India.

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3 comentarios

  1. Gracias, una vez más, Xiana, por acercarnos un trocito de mundo a través de tus palabras.
    Maravilloso ciudad con un ángel especial que, como muy bien describes, una vez la visitas nunca te abandona.
    Si cierro los ojos creo que todavía puedo olerla ♥️

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